SÁBADO, 8 DE ENERO.

Ya es el año que viene, y es el primero que empiezo sin ninguna esperanza, en nada.
Ni en mi, ni en mi entorno, ni en el mundo, ni en mi trabajo, ni en las personas, no creo que nada vaya a mejorar. Me sorprende, porque yo soy de tendencia natural optimista.

Algunas cosas van a cambiar, eso sí. No quiero depender más de que las cosas vayan mejor o peor porque es azar puro y duro, y contra eso no se puede luchar. No asumir eso, es caminar hacia la infelicidad en línea recta. Lo que sí puedo controlar es lo que está en mis manos hacer, lo que yo puedo cambiar.
Todo lo que tenga o no tenga, lo que haga o no haga en la vida depende única y exclusivamente de mi y de mi esfuerzo. No espero nada de la vida ni de nadie, no cuento con nada ni con nadie.
Cuando esperas que la vida te trate bien porque , coño, tu eres buena persona, trabajas, eres buen hijo, compañero, vecino, lo que sea, y no recibes lo que crees que te corresponde...es porque estás equivocado. No mereces nada, nadie lo merece. La vida, el mundo no nos debe nada, en todo caso sería al revés y no lo tengo claro tampoco. Este pensamiento que nos inculcan desde pequeños... como de justicia divina, que es cruel y falso.
Al menos una cosa voy a cambiar este año. No es mucho, una, es lo mínimo, pero me parece suficiente.

Puede sonar extraño porque mi situación no es la mejor del mundo, pero no estoy desencantada por como me van a mi las cosas. Lo estoy por cómo van las cosas en general, a mi se me quitan las ganas de querer seguir viviendo en este mundo, con estas personas que lo forman, en esta sociedad de la que soy parte.


PD: Al no poder, como pretendía, continuar mi terapia este año, este blog puede volverse denso tirando a insoportable, quedan advertidos.