PECULIARIDADES

Un día cogí el mando de la tele, un destornillador y le arranqué todas las teclas. Hice un montoncito con ellas y lo dejé encima de la mesa del salón. Acto seguido cogí una caja de cerillas de esas grandes de 100 unidades, me senté en el suelo en mitad del salón y las encendí una por una. Las encendía y cuando salia la llama soplaba y las apagaba. Algunas las dejaba consumirse entre los dedos un rato. Así hasta que se acabó la caja. Hice otro montoncito.
Cuando vi la cara de estupefacción total de mi padre mirando las teclas del mando y el mando lleno de agujeritos me di cuenta de que no tenía que haberlo hecho. Ni siquiera se enfadó ni me castigó ni nada. Creo que se quedó tan perplejo en ese momento que no supo ni qué decirme. Al final, mas o menos lo recontruyó, pero entre el shock de las teclas y el humo que habían hecho las cerillas en casa fue todo de lo más extraño.
Cuando mi padre me preguntó que por qué le había arrancado todos los botones al mando no supe qué decir, pero me gustó hacerlo. Le prometí que no lo haría más y no he vuelto a hacerlo aunque a veces cuando veo un mando lo primero que pienso es en cómo molaría ver otra vez los botoncitos de goma saltando.

En otra ocasión quedé por la tarde con un amigo mío que vivía en mi urbanización, en el bloque de al lado. Cuando me dí cuenta de que ya llegaba tarde metí los garbancitos secos que me estaba comiendo en una taza de café y fuí para su casa. Al salir de mi portal me encontré con otro amigo que venía a buscarme a mi casa y se me quedó mirando con cara de estar flipado. Me agarró la taza, miró lo que había dentro, me la devolvió y me dijo: “ Por qué estas en la calle, en pijama cominedo garbanzos secos de una taza de café?” Y joer, tampoco supe qué contestarle.

En el viaje de fin de curso de octavo a Mallorca ( que fue un coñazo total) crucé toda la facha da del edificio de lado a lado saltando de terraza en terraza a la altura del quinto. Tuve suerte de que en la terraza en la que acabé era de gente de mi colegio y de que dos amigas mías iban siguiéndome por dentro del Hotel. Eso sí se por qué lo hice, porque me molaba cantidad. El hotel era feo y cutre que te cagas, pero tenía unas vistas...uffff.

Con 16 años estuve a punto de soltar a un tigre de un circo. Mis padres aún se acuerdan de eso. Lo habría hecho si lo hubiera encontrado. Mi plan maestro era subirlo al pantano y llamar a alguna asociación para que viniera a buscarlo. Esto sí que reconozco que hoy lo pienso y alucino. No se qué habría desayunado ese día.

Hay cosas que parece que solo me hacen gracia a mi, y cosas que parece que le hacen gracia a todo el mundo menos a mi.
Me cuesta decirlo pero alguna vez, en alguna situación concreta he finjido para que la gente no me tomase por una especie de alien de un mundo muy lejano, sobre todo en el ámbito laboral.
En uno de mis últimos curros me dijero un día que solo podía llevar deportivas el viernes que era el “casual day” ( verídico, lo juro) A los dos días fuí con zapatos y una parte del pelo azul. Mi jefa no se lo podía creer. Todo el mundo me dijo que me quedaba muy bien y a partir de ese día nadie me volvió a decir nada por llevar deportivas en martes.

Aunque haya muchas cosas que no las vea del mismo modo que la mayoría de la gente no soy peligrosa. De hecho soy muy amorosa.
Mañana por la tarde me voy al hotelito de 3 habitaciones con mi churri en mitad de la montaña.... que contenta estoy!! Que paseis muy buen finde todos. Besitos.